La Iglesia de Dios Sociedad Misionera Mundial (IDDSMM) Cree en Dios Padre (Cristo Ahnsahnghong) y Dios Madre.
Como dice el viejo proverbio: “No hay descanso para una madre con muchos hijos”, una madre experimenta muchos sufrimientos y dificultades al guiar a su familia. Nosotros necesitamos pensar cuánto más dolor y sufrimiento padece la Madre al guiar la gran obra del evangelio. La Madre tiene la misma carne que nosotros, y siente dolor y sufrimiento igual que nosotros. A pesar de tanto sufrimiento, la Madre cuida día y noche de nosotros, sus hijos, a fin de que nos hagamos dignos de entrar en el reino de los cielos. Las palabras no pueden expresar el sufrimiento y sacrificio de nuestra Madre celestial, que está afligida y fatigada con tempestad. Ya que nuestra Madre es Dios todopoderoso, puede hacerlo todo; además, es libre, y puede hacer lo que desee. Sin embargo, por nosotros, sus hijos, lo soporta todo, vestida de carne humana.
Ahora, necesitamos reflexionar y pensar si hemos vivido o no como Esaú, entregándonos a nuestros propios placeres, sin discernir este tiempo presente con ojos proféticos, mientras clamamos conocer las profecías de la Biblia. A través de las enseñanzas de la Biblia, averigüemos qué clase de mentalidad y fe debemos tener para complacer a la Madre y ayudarla, y qué virtudes debemos practicar como el resto de la descendencia de la mujer, que pueden ser llamados los “Jacob” de esta época.
Jn. 13:34-35 『Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.』
Fil. 2:1-4 『Por tanto, si hay alguna consolación en Cristo, si algún Consuelo de amor, si alguna comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable, si alguna misericordia, completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa. Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros.』
La Madre, que desea que sus hijos lleguemos a estar unidos en amor, personalmente nos muestra un ejemplo amando a todas las personas, y recorre el camino de la humildad y sacrificio delante de nosotros, y nos dice que sigamos este camino. Nosotros, los hijos de Jerusalén que la amamos, tenemos que obedecer la lección de la Madre y renacer completamente como el pueblo del cielo, a fin de aliviar la carga de la Madre y complacerla todos los días. Haciendo esto, podremos seguir a la Madre hasta el fin.
Is. 62:6-7 『Sobre tus muros, oh Jerusalén, he puesto guardas; todo el día y toda la noche no callarán jamás. Los que os acordáis de Jehová, no reposéis, ni le deis tregua, hasta que restablezca a Jerusalén, y la ponga por alabanza en la tierra.』
Hemos sido llamados por Dios para ser los atalayas de Jerusalén en esta época. Nuestra misión es ayudar a la Madre en su obra de salvación, sin callar ni de día ni de noche, hasta que Jerusalén nuestra Madre sea alabada por todas las personas del mundo, entendiendo el corazón de la Madre, quien se preocupa y angustia por la salvación de nuestras almas, y comprendiendo su dolor y sacrificio.
Hasta ahora el evangelio se ha estado expandiendo rápidamente. Detrás de este sorprendente crecimiento ha estado el dedicado amor y el sacrificio de la Madre; ella nos ha protegido de todos los impedimentos de Satanás y nos ha ayudado, hasta estropear su apariencia mucho más que la de cualquier hombre. Así como las ramas no pueden llevar fruto si no reciben agua y alimento de las raíces, aunque sean muy frondosas, de igual manera nosotros no podemos llevar frutos sin el sacrificio invisible de la Madre.
Debemos comprender que, hasta que fuéramos capaces de llevar fruto, la Madre nos ha dado todo lo que ella tiene, dándonos a luz a sus 144 mil hijos, y criándonos, como la mujer desolada.
Ahora, proclamemos diligentemente a todas las personas del mundo el favor de la Madre, quien trabaja muy duro para nuestra salvación de día y de noche, y llevemos a cabo fielmente la orden del cielo de “salvar al mundo entero”, como los hijos maduros de la Madre. Seamos obedientes a la Madre y démosle alegría, como hizo Jacob, a fin de que todos heredemos el eterno reino de los cielos, como el resto de la descendencia de la mujer.
**Proclamemos el favor
de la Madre,
unidos en amor**
unidos en amor**
Como dice el viejo proverbio: “No hay descanso para una madre con muchos hijos”, una madre experimenta muchos sufrimientos y dificultades al guiar a su familia. Nosotros necesitamos pensar cuánto más dolor y sufrimiento padece la Madre al guiar la gran obra del evangelio. La Madre tiene la misma carne que nosotros, y siente dolor y sufrimiento igual que nosotros. A pesar de tanto sufrimiento, la Madre cuida día y noche de nosotros, sus hijos, a fin de que nos hagamos dignos de entrar en el reino de los cielos. Las palabras no pueden expresar el sufrimiento y sacrificio de nuestra Madre celestial, que está afligida y fatigada con tempestad. Ya que nuestra Madre es Dios todopoderoso, puede hacerlo todo; además, es libre, y puede hacer lo que desee. Sin embargo, por nosotros, sus hijos, lo soporta todo, vestida de carne humana.
Ahora, necesitamos reflexionar y pensar si hemos vivido o no como Esaú, entregándonos a nuestros propios placeres, sin discernir este tiempo presente con ojos proféticos, mientras clamamos conocer las profecías de la Biblia. A través de las enseñanzas de la Biblia, averigüemos qué clase de mentalidad y fe debemos tener para complacer a la Madre y ayudarla, y qué virtudes debemos practicar como el resto de la descendencia de la mujer, que pueden ser llamados los “Jacob” de esta época.
Jn. 13:34-35 『Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.』
Fil. 2:1-4 『Por tanto, si hay alguna consolación en Cristo, si algún Consuelo de amor, si alguna comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable, si alguna misericordia, completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa. Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros.』
La Madre, que desea que sus hijos lleguemos a estar unidos en amor, personalmente nos muestra un ejemplo amando a todas las personas, y recorre el camino de la humildad y sacrificio delante de nosotros, y nos dice que sigamos este camino. Nosotros, los hijos de Jerusalén que la amamos, tenemos que obedecer la lección de la Madre y renacer completamente como el pueblo del cielo, a fin de aliviar la carga de la Madre y complacerla todos los días. Haciendo esto, podremos seguir a la Madre hasta el fin.
Is. 62:6-7 『Sobre tus muros, oh Jerusalén, he puesto guardas; todo el día y toda la noche no callarán jamás. Los que os acordáis de Jehová, no reposéis, ni le deis tregua, hasta que restablezca a Jerusalén, y la ponga por alabanza en la tierra.』
Hemos sido llamados por Dios para ser los atalayas de Jerusalén en esta época. Nuestra misión es ayudar a la Madre en su obra de salvación, sin callar ni de día ni de noche, hasta que Jerusalén nuestra Madre sea alabada por todas las personas del mundo, entendiendo el corazón de la Madre, quien se preocupa y angustia por la salvación de nuestras almas, y comprendiendo su dolor y sacrificio.
Hasta ahora el evangelio se ha estado expandiendo rápidamente. Detrás de este sorprendente crecimiento ha estado el dedicado amor y el sacrificio de la Madre; ella nos ha protegido de todos los impedimentos de Satanás y nos ha ayudado, hasta estropear su apariencia mucho más que la de cualquier hombre. Así como las ramas no pueden llevar fruto si no reciben agua y alimento de las raíces, aunque sean muy frondosas, de igual manera nosotros no podemos llevar frutos sin el sacrificio invisible de la Madre.
Debemos comprender que, hasta que fuéramos capaces de llevar fruto, la Madre nos ha dado todo lo que ella tiene, dándonos a luz a sus 144 mil hijos, y criándonos, como la mujer desolada.
Ahora, proclamemos diligentemente a todas las personas del mundo el favor de la Madre, quien trabaja muy duro para nuestra salvación de día y de noche, y llevemos a cabo fielmente la orden del cielo de “salvar al mundo entero”, como los hijos maduros de la Madre. Seamos obedientes a la Madre y démosle alegría, como hizo Jacob, a fin de que todos heredemos el eterno reino de los cielos, como el resto de la descendencia de la mujer.
IDDSMM
Iglesia de Dios Sociedad Misionera Mundial
Cristo Ahnsahnghong
Dios Madre
http://espanol.watv.org/
Dios Madre (la Madre Celestial) nos ama mucho. Por eso vino a eata tierra en la carne para salvarnos. Le doy muchas gracias.
ResponderEliminarYo doy gracias Dios Padre y Dios Madre
ResponderEliminarcomo podemos entender corazon de una Madre..Muchas gracias al Padre Ahnsahnghong y la Madre celestial por su amor...
ResponderEliminarGracias a Dios Madre por su gran amor y sacrificio.
ResponderEliminar¡Los hermanos de La Iglesia de Dios Sociedad Misionera Mundial se aman unos a otros siguiendo las enseñansas de Dios Padre y Dios Madre!
ResponderEliminarLe doy Gracias a la Madre celestial por su gracia.
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